Viña celebra 30 años de su vino ícono de proyección global
Con 69 años de trayectoria como una de las bodegas familiares más consolidadas de Chile, Viña Santa Ema conmemora tres décadas de historia de Catalina. Se trata de su vino ícono, símbolo de excelencia y testigo clave de su evolución como viña familiar con mirada internacional.
Nacido en Isla de Maipo como homenaje a Catalina Moreno, figura central en la historia de la familia Pavone, Catalina marcó el inicio de la categoría ultra premium de la viña. Su diseño rupturista —etiqueta en tela— y su mezcla bordolesa original lo posicionaron rápidamente entre los grandes vinos del valle del Maipo.
Desde 1999, con la incorporación del Carmenere en reemplazo del Merlot, el vino adquirió una nueva expresión. Estructura de Cabernet Sauvignon, suavidad del Carmenere y toque frutal del Cabernet Franc.
Proyección global

Lo que comenzó con 7.000 botellas anuales hoy supera las 70.000, acumulando más de 900.000 unidades producidas y presencia en mercados clave como Brasil, China, Estados Unidos y Chile. Catalina es pieza central en la estrategia de premiunización de Santa Ema, junto a líneas como Cuarto Elemento, Gran Reserva y Félix.
“Catalina es mucho más que un vino ícono; es un reflejo de lo que somos como viña familiar: consistencia, visión de largo plazo y respeto por nuestro origen”. Así lo afirma Andrés Sanhueza, gerente general de Viña Santa Ema.
La celebración coincide con una etapa de crecimiento sostenido. La viña aumentó sus ventas en un 17% en 2024 y proyecta un 8% adicional en 2025, con el 60% de sus ventas destinadas a exportación. Además, Santa Ema avanza hacia la sustentabilidad con visión regenerativa, buscando reconvertir el 100% de sus campos a este modelo para 2026, y ya cuenta con una planta fotovoltaica que abastece toda su producción.
Identidad y propósito
El vino Catalina también protagoniza Casa EMA. Es el proyecto enoturístico de la viña en Isla de Maipo, donde visitantes pueden vivir la experiencia Santa Ema a través de recorridos, gastronomía e historia familiar.
Catalina no sólo celebra 30 años de excelencia enológica. También encarna el legado, la innovación y el compromiso de una viña que sigue escribiendo el futuro del vino chileno con identidad y propósito.
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