Empanadas de pino: historia, identidad y legado del mapudungún
En septiembre, el aroma de las empanadas de pino invade calles, cocinas y fondas chilenas. Pero ¿cuál es el verdadero origen de este ícono gastronómico? ¿Y qué papel juega el mapudungún en su nombre?
Hoy buscamos arrojar algo de luz sobre estas preguntas. Queremos revelar que detrás de cada masa rellena hay una historia de mestizaje, migración y lengua ancestral.
Un viaje desde Oriente a Chile
Aunque las empanadas son consideradas por muchos como “chilenas por excelencia”, su origen se remonta a culturas árabes que introdujeron la técnica de rellenar masas. Estas prácticas viajaron a Europa, especialmente a España, donde se horneaban en lugar de freírse como en Asia. Desde allí, llegaron a América con los colonizadores, adaptándose a los ingredientes y costumbres locales.
El historiador Cristóbal García-Huidobro y el chef Felipe Gálvez (“Doctor Pichangas”) analizaron el formato chileno de empanada de pino. Dicen que esa mezcla de carne, cebolla y condimentos es una evolución propia, con un nombre que guarda una raíz indígena.
El mapudungún detrás del “pino”
El término “pino” no proviene del árbol, sino de una derivación fonética del mapudungún “pirru”, que hace referencia a la mezcla de carne con cebolla. Este dato revela cómo la lengua mapuche ha influido silenciosamente en la cocina nacional, dejando huella en uno de los platos más consumidos del país.
Sólo durante septiembre, el consumo de empanadas aumenta en un 500% respecto al resto del año, según el Centro de Estudios Gastronómicos y Culinarios. Y aunque existen múltiples variedades —jamón queso, mariscos, queso al horno—, la de pino sigue siendo la reina indiscutida.
Transversalidad y tradición
“La empanada es transversal: la comen ricos, pobres, niños, viejos, todo el mundo”, afirma Gálvez. Su presencia en celebraciones patrias es tan fuerte que, como dice García-Huidobro, “un 18 sin empanadas sería un festejo triste, oscuro y sin alegría”.
Incluso el eterno debate sobre la pasa en el relleno refleja el apego emocional que los chilenos tienen con este plato. Para “Doctor Pichangas”, la pasa es esencial: “No la concibo sin ese producto”.
¿Dónde encontrar las mejores?
El Círculo de Cronistas Gastronómicos y del Vino seleccionó las mejores empanadas de Santiago en 2025. Allí destacaron locales como Don Guille, La Temucana, Las Hermanas, Holtz y Los Gansos. Este último, ubicado en Avenida Víctor Jara, es recomendado por ambos expertos por su sabor y abundante relleno.
Así podemos ver que las empanadas de pino no sólo alimentan el cuerpo, sino también la memoria colectiva. Son testimonio de una historia compartida entre culturas, cocinas y lenguas.
Y en cada mordisco, el mapudungún sigue vivo, recordándonos que la identidad chilena se cocina en horno lento y con raíces profundas.
Suscríbete a nuestro newsletter

