CEPAL llega al Valle del Itata para rescatar su tradición vitivinícola
Es un gesto que podría marcar un antes y un después para la vitivinicultura chilena. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) inició una misión estratégica en la Región de Ñuble con el objetivo de revitalizar el ancestral Valle del Itata.
Esta zona, cuna de cepas patrimoniales como País, Cinsault y Moscatel de Alejandría, guarda casi cinco siglos de historia vinícola. Y, pese a su riqueza cultural y enológica, ha permanecido en los márgenes del desarrollo nacional.
Una mirada internacional para un valle olvidado
La visita de la CEPAL forma parte de un proyecto de cooperación internacional que también contempla acciones en Colombia y Haití. En Chile, el foco está puesto en potenciar los vinos originarios de Ñuble, con especial énfasis en el Valle del Itata.
Natalia Genta, oficial de Asuntos Sociales de la CEPAL, subrayó la necesidad de diseñar un plan estratégico a diez años. El foco estará en la integración de actores clave como el Gobierno Regional, INIA, CORFO e INDAP.
El objetivo es claro: fortalecer la cadena de valor del vino, mejorar la comercialización, fomentar la asociatividad y garantizar la sostenibilidad del sector. Todo esto con miras a que los pequeños productores logren una inserción más justa y competitiva en el mercado.
Ciencia y terroir: alianza con INIA Quilamapu
Como parte de la misión, la delegación sostuvo una reunión clave con el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) Quilamapu. Su director regional, Javier Chilian, presentó décadas de trabajo en vitivinicultura, incluyendo estudios sobre fertilidad de suelos, manejo agronómico, vinificación y control de plagas.
INIA ha zonificado el Valle del Itata según su terroir, lo que permite identificar el potencial específico de cada cepa. Además, se han desarrollado productos innovadores como chicha, espumantes y vinos licorosos a partir de variedades tradicionales, ampliando el horizonte productivo de la región.
El renacer de una identidad
La llegada de la CEPAL a Ñuble representa una oportunidad económica. Pero también un reconocimiento al valor cultural y patrimonial del Valle del Itata.
En tiempos donde la industria vitivinícola busca diferenciarse por autenticidad y sostenibilidad, este enclave ancestral podría convertirse en un referente global de vinos con historia, territorio y alma.
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