INIA identificó 18 vides criollas inéditas en la región del Maule

Un grupo de investigadores del Instituto de Investigaciones Agropecuarias, INIA, descubrió 18 nuevas cepas criollas inéditas en la región del Maule. El estudio fue financiado por el Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC) del Gobierno Regional, con el objetivo de redescubrir y proteger el patrimonio vitivinícola de la zona.

El proyecto se denomina “Caracterización y valorización de vides y vinos del Maule” y tiene por objetivo que las cepas sean preservadas y valorizadas tanto en su lugar de origen como fuera. Según señalan desde el INIA, estas vides poseen una genética que les ha permitido adaptarse a condiciones hostiles, permitiendo contar con material interesante frente al cambio climático, Además, benefician la competitividad al entregar al mercado vinos inéditos y con identidad propia.

El proceso investigativo se desarrolló de manera participativa, con 70 productores que facilitaron la toma de muestras de sus vides. De esta manera, se abarcó el 80% de las comunas de la región del Maule y se recolectaron 326 muestras.

Vides criollas

Como consecuencia de este proceso, se identificaron 71 genotipos únicos, es decir, que su base genética no coincide con ninguna registrada. Estos cultivares son clasificados en tres grupos: las de origen europeo o norteamericano (37), las de origen suramericano o criollas (27) y las de origen desconocido, pero con genética europea (7).

Dentro del grupo de las vides criollas de tipo NN, el análisis de diversidad genética permitió identificar 18 vides únicas. Ellas pueden considerarse como descendientes de las vides patrimoniales que introdujeron los colonizadores: País y Moscatel.

En el grupo de las 18 criollas sin identidad conocida se descubrieron una serie de cruzamientos. Ellas son Breval Negro, Listán Prieto, Moscatel de Alejandría y Muscat à Petit Grains, variedades patrimoniales introducidas por los colonizadores. También fue encontraron varios descendientes de Moscatel Rosado y cruza de Moscatel de Alejandría con otra vid no identificada.

Uso enológico

Irina Diaz, una de las investigadoras que encabeza este proyecto, se refirió al uso enológico de las vides descubiertas. “Cuando de variedades criollas se trata, nos enfrentamos a uvas y vinos que no tienen precedentes, genotipos NN que por décadas han sido parte de una mezcla de vinos tintos o blancos e incluso algunos que han sido utilizados para consumo en fresco”.

En el estudio del potencial enológico de estos genotipos criollos o variedades minoritarias, los investigadores realizaron un seguimiento de la madurez de los ejemplares. Tras esa primera fase decidieron hacer una micro vinificación de prueba.

Para el caso de genotipos criollos y minoritarios, los análisis fisicoquímicos demostraron que es posible usarlos para hacer vino. Todas ellas alcanzaron niveles de madurez suficiente, acidez total y pH adecuado. «Incluso, al degustar sus bayas es posible encontrarse con un equilibrio en la madurez».

Gracias a ese proceso de vinificación, los investigadores encontraron una variedad de vinos con descriptores sensoriales muy complejos. Aunque también hubo otros con características más neutras. Todo ello abre distintas posibilidades a los viñateros, dependiendo de cuál sea el estilo de vino que quieran elaborar.

Paso siguiente

Los investigadores de INIA en la actualidad se preparan para un escenario posproyecto. En él se espera que otros productores y/o comunidades se entusiasmen con los resultados obtenidos y quieran analizar más vides.

Es por ello que en INIA Raihuén, ubicada en la comuna de Villa Alegre, montaron los equipamientos necesarios para realizar nuevos estudios genéticos. La idea es hacerlos en la misma región del Maule, de manera de acortar las distancias existentes entre la ciencia y los agricultores.

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